Por: Fátima Ruiz

Nunca un apellido tuvo tanto de icono a la hora de definir a un maestro en el mundo del arte. Y es que si algo le describe –y él lo reconoce- es la pasión con la que se entrega a sus obras. Alberto Corazón (Madrid, 1942) es Premio Nacional de Diseño (1989), miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando desde 2006 y el único diseñador europeo que ha recibido la Medalla de Oro del American Institute of Graphic Arts, el más importante reconocimiento internacional en este campo. Pero es, ante todo, un genial creador gráfico, tanto que su originalidad no se pudo limitar al papel y se desbordó hacia la pintura y la escultura. Es en esta faceta, en la de escultor, en la que tratamos de descubrir a otro Alberto Corazón.

¿Qué une y qué diferencia sus esculturas y sus grabados en Galería Capa Esculturas?

La experiencia de este grupo de esculturas de pequeño formato que nos propuso hacer Capa me ha resultado interesantísimo y estimulante porque en general tiendo a hacer una escultura de tamaño grande y la escala es un componente esencial en la escultura, tanto como el color en la pintura. Las mismas esculturas que están en Galería Capa las he hecho en gran formato, pero siempre son parecidas, son otra cosa. 

¿Qué relación tienen con los grabados?

El propio trabajo me sugirió la idea de, ¿por qué no? utilizar alguno de los bocetos de trabajo, de estimulación, para entrar en calor, como ejercicios previos… Por eso algunos tienen similitud con la obra o con partes de ella. El grabado tiene una cualidad también escultórica. El modo en el que trabajas la plancha y las tintas me gusta muchísimo.

¿Cuál es el significado de estas obras?

La obra de arte, de creación, no tiene explicación, pero lo que sí tiene son referencias. Por eso presto mucha atención a los títulos, que son un modo de ayudar al espectador y al disfrutador de la pintura, de la escultura, que penetra en ese territorio inexplicable.

¿Qué es antes, el titulo o la obra?

El título fija el objetivo, pero también sus matices. Por ejemplo, en una de las esculturas, Escuchar mareas, hice una mezcla de dos ideas que para mí eran muy interesantes para explorar: cómo construir un lugar para hacer algo y que ese algo fuese escuchar mareas, que es algo fisiológicamente imposible, pero que anímicamente sí se escucha. Es una propuesta que podría tener una traducción arquitectónica. Creo que podría hacerse y sería un espacio de recogimiento. 

escuchar_mareas

 

Cuando el boceto llega a la Fundición… ¿Teme que la obra se le vaya de las manos?

No temo. Me excita mucho la idea. Porque efectivamente deja de ser mía. En el momento en el que tu entregas el molde, el original por así decirlo –dicho mal, porque el original es la escultura, lo otro son pasos previos—y lo dejas en manos del taller realmente desaparece el control que tú tienes. Y vuelve a aparecer al final, con la pátina. Ese proceso de que otro la apadrina y la trabaja es excepcional.

¿Qué lleva a un diseñador a pasar del papel a las tres dimensiones?

Son dos caras de una misma moneda. En una está el diseño (racionalidad, conocimiento, profesión) que nace cuando viene un encargo. Tu compromiso entonces es exclusivo y a muerte y tiendo a que desaparezca el componente personal. En cambio, en la creación plástica es todo lo contrario, es el lado oscuro, el lado irracional, es el del psiquismo profundo, el de las cosas que ni siquiera tú mismo te puedes explicar. Me doy cuenta que estoy haciendo una verdadera obra de creación cuando se me escapa. Es algo que brota y que está lleno de misterio. Si no hay misterio no hay creación.

¿Qué hay que hacer para mantenerse en el mundo del arte?

Apreciar por encima del todo la vida, la cosa extraordinaria que es la vida, la que hay a tu alrededor y tu propia vida personal.

Una escultura por la que sienta especial debilidad

Hay una por la que siento especial aprecio, porque para mí sigue siendo la más misteriosa. Se titula Ídolo. Es un pequeño torso con el que pretendo retomar el fundamento de la escultura clásica (el cuerpo humano y el caballo, la estatuaria). Una de las emociones estéticas más fuertes que he tenido en los últimos veinte años fue cuando visitamos Ana y yo en un viaje a Reggio Calabria los guerreros de Riace. Eso me llevó a hacer el ejercicio de recuperar la estatuaria y recurrí a tratados de proporciones. Con ello, a partir de un bloque de madera, empiezo a tallar. En el momento en que empiezan a tener un atisbo de cuerpo humano, me detengo. Hay ejemplos de este tipo fundidos en bronce en Capa en Madrid, Murcia, la Universidad de Elche. Es un ejercicio que me resulta apasionante.

torso_murcia_alberto_corazon

¿Qué piezas suyas se pueden ver en la recién inaugurada Galería Capa en Bruselas?

De acuerdo con el espacio y con mis compañeros, Miquel Navarro y Manolo Valdés, hice una selección de mi obra. Hay una escultura de pared que nunca enseñé en ninguna exposición y que representa una medida alfabética. Es un bronce, una tira nada más, muy sutil, de unos dos metros y medio que a mí me gusta especialmente.

Cuando alguien compra una obra de Alberto Corazón, ¿qué se lleva de Alberto Corazón?

Es un sentimiento muy contradictorio. Hay una parte de la producción que guardaría siempre para mí y que intento además hacerlo. Por un lado siento un enorme agradecimiento. El que compra una obra mía me hace un regalo inmenso, aparte de que me ayuda a seguir creando. Tengo el sentimiento y más en estos momentos de crisis económica y espiritual que es un privilegio poder hacer estas cosas, aún con los sacrificios que a veces conllevan. Me siento un privilegiado.