Por: Fátima Ruiz

El universo creativo de Luisa Rodríguez (Madrid, 1955) orbita en paralelo a su personalidad, a su forma de ser optimista, soñadora y a su aprecio inmenso por la naturaleza y por la vida que moldea a la perfección en sus esculturas. “Es importante tener presente siempre nuestros antepasados, porque nosotros somos consecuencia de ellos. Pero nuestra mirada tiene que ir hacia adelante con lo aprendido y lo nuevo por hacer”, susurra en un impasse terminada la entrevista. Una filosofía muy personal en la que resume pasado, presente y futuro.

¿Dónde se forjó su pasión por la escultura?

Desde pequeña, mi mayor divertimento era dibujar mariposas y colorearlas. Me fascinaba. Más adelante empiezo a querer ser escultora, cuando veo los grabados de Gustave Doré sobre ‘El Quijote’. Los reproducía con plumín y tinta china a tamaño cartulina. Un profesor de gramática del colegio me pedía los dibujos y yo se los regalaba (tendrá ahora una colección con mis dibujos) (ríe). Y algo que me apasionó muchísimo fue copiar cuadros de Goya y Velázquez, como ‘Las hilanderas’, porque mi madre me llevaba a menudo al Museo del Prado. Pero cuando realmente decido que quiero hacer escultura es cuando veo las figuras de Praxíteles, de Donatello y de Miguel Ángel. Praxíteles es elegante, sensual y sobre todo me atrae la mirada soñadora de todas sus esculturas, en la que me quedé atrapada.

Y ¿qué hay de Praxíteles en su obra?

La ensoñación. Pero es el espectador el que tiene que descubrir eso. El escultor trabaja y no es consciente de lo que está haciendo. No todo está pensado. Está algo pensado, nada hecho y vas trabajando como puedes y sabes.

Titiriteros

 

¿Cómo comenzó su relación con la Fundición Capa?

Yo pertenecía al grupo ‘La Vaquería’. Uno de los miembros nos dijo que Capa quería abrir una galería con piezas de pequeño formato y en serie y que si queríamos colaborar, lo que nos pareció estupendo. Nos pusimos manos a la obra y ahí están las piezas. De Capa valoro su profesionalidad y, ante todo, su inquietud por tener las últimas tecnologías al alcance del escultor. Es fundamental.

Sus ideas, ¿a través de qué temas cobran sentido?

‘Tú y yo’, ‘Encuentro’ y ‘El Tirititero’ son tres de las piezas que fundí en Capa; las ‘maternidades’ reflejan la vida cotidiana; ‘Cabalgando en Sueños’ toca el mundo de la ensoñación también; y ‘Soñadora’, que hizo que en mi cabeza apareciera Chagall. ‘Tú y yo’ es como hacer un instante íntimo. Cuando me puse a crear la pieza me venían a la cabeza constantemente ‘Los jugadores de cartas’ de Cezanne: esos dos personajes uno enfrente de otro jugando, aislados del entorno… Y hay un punto que me llama mucho la atención en ese cuadro: la mesa y el mantel. Está en primer plano y lo sientes vivo. Es como el latir de un corazón. Son personajes que están cerca, pero al mismo tiempo lejos, absortos. ‘Tú y yo’ reproduce ese momento íntimo de reflexión y son dos personajes que brindan por la vida, por el momento, pero la mesa se desliza en medio de ellos como si fuera una vía de tren y hay una pregunta en el aire: “¿Serán nuestros caminos paralelos?”

 ¿Con qué materiales prefiere dar forma a su inspiración?

Me gusta mucho la madera y la piedra, pero creo que en escultura el bronce es el material por excelencia. Es uno de los grandes logros del hombre haber hecho esa aleación de cobre y estaño. El bronce es un poco caro y estoy investigando con nuevas vías, como el alabastro que me está proporcionando unos descubrimientos muy interesantes para mi diálogo. Es una piedra que se acerca mucho a lo que voy buscando. También juego con la madera y el hierro.

¿Cuál es la obra más significativa para Luisa Rodríguez?

‘Encuentro’ es una pieza en la que dos personajes caminan en sentido contrario y hay un momento en el que se encuentran. Es ese instante de reconocimiento cuando sus brazos se enlazan en dos círculos. En mi diálogo, el círculo es como refugio, como seno materno, pero luego van a continuar cada uno por su camino. Es como ese instante bello, que es como la poesía que se desvanece. No lo atrapas, no se queda.

¿Crea por placer o como modo de vida?

Como modo de vida no (ríe). Muy pocos han conseguido vivir de la escultura. Por placer y por necesidad. Tuve una temporada que no pude trabajar y no me sentía viva. Necesitaba trabajar. No sé a qué obedece todo eso.Tú y Yo

 

Escultura contemporánea vs clásicos ¿Qué prefiere?

Los clásicos, por supuesto. Estamos siempre aprendiendo de ellos, con nuestras herramientas, con el tiempo que nos ha tocado vivir… Actualmente las nuevas tecnologías están cambiando mucho la forma de hacer, puede llegar un momento en el que ni siquiera el escultor toque la materia… Hasta el último retoque podría ser sustituido. Todo en la vida requiere de esfuerzo, reflexión y trabajo constante. Creo que la gente joven está en ello. Ha habido una época que todo valía y creo que todos sabemos que todo no vale. Me gusta ir en mis caminatas por ‘Flecha’ –donde hay gente joven presentando sus esculturas-. Me parece interesante. Me da satisfacción el ver que haya gente con mucha seriedad trabajando la escultura. Hay muchas culturas, mucha influencia oriental, me gusta por dónde camina.

Su más reciente exposición, `Luz y Transparencia´, ¿es donde mostró sus obras más actuales?

La exposición se pudo ver en Madrid en noviembre de 2015 y en febrero de 2016 en Bruselas. La idea surge porque quiero hacer algo con transparencias. El alabastro me viene a la memoria de haberlo visto en las iglesias románicas, donde su luz no es como la que traspasa a través de las vidrieras. Es una luz totalmente diferente. Y quería también que fueran materiales nobles. Estamos en un tiempo que hay una corrupción horrible, por eso que te llegue una luz limpia me parecía muy interesante. Empecé a pensar en ello y fui creando a través de la naturaleza. Me inspiro mucho en ella, me encanta observarla, está la vida ahí. Todo. Nosotros somos naturaleza, está la luz, la sombra, el color, el agua… está todo. Y luego por supuesto me inspiro en la poesía y en la música, la música es el gran arte.

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